martes, 27 de julio de 2010

Carta de Canadian School Puebla a Jocelyn de Martino

El motivo de la presente es formular, desde nuestra posición de educadores, profesores, pedagogos y psicólogos, una réplica a la carta tan amablemente redactada hacia nosotros por parte de la señora Jocelyn de Martino. Comenzando de esta manera, ya que al dedicar el documento a “las profesoras del Canadian School”, resulta evidente la desinformación con respecto al género de los que en esta institución laboramos, entre otras cuestiones.

En la carta se mencionan varios aspectos, que van desde la descalificación hasta la rigidez. He aquí nuestra postura al respecto.

Como se menciona en su documento: “La mirada dura que busca sancionar las arrugas del uniforme o penalizar el olvido de alguna libreta son gestos antipedagógicos de profunda raíz en la Canadian School”. Y entonces nosotros, como PROFESIONALES de la educación, nos preguntamos, ¿Dónde quedaron los valores de la responsabilidad, limpieza y la pulcritud? ¿En qué momento se llegó a la conclusión de que llegar mal vestido y sucio al colegio (o cualquier institución respetable) era correcto? Si esto no se enseña ni en casa ni en la escuela, ¿Cuándo van a aprender los futuros adultos cómo vestirse y comportarse en determinados lugares?

La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse. (Otto von Bismark)

Escuchen por amor de Dios a Pink Floyd”

¿Está usted segura? Pink Floyd es una excelente banda, como músico que soy, me considero admiradora del rock sinfónico; pero se queda sólo en eso, una excelente banda. No podemos basarnos en sus letras para educar a nuestros hijos y alumnos, ya que en ningún momento se abanderan como expertos, e incluso al menos uno de sus conformantes, Syd Barret, era asiduo consumidor de crack y LSD. ¿Realmente queremos que estos increíbles músicos eduquen a los niños de hoy?

Citando un verso de otra de sus canciones, “Lost for words”

“So I open my door to my enemies and I ask could we wipe the slate clean,
but they tell me to please go fuck myself, you know you just can't win.”

“Así que abro la puerta a mis enemigos y pregunto si podemos limpiar la pizarra. Pero ellos me dicen que por favor me vaya a la mierda. Sabes que no puedo ganar”.

Podemos rescatar que al menos se lo pidieron “por favor”. Definitivamente una banda altamente recomendable para niños de 10 años.

Si bien es cierto que los niños en primaria, así como el resto de sus vidas, buscan la aprobación social, tal como lo menciona en su carta; las cosas se complican cuando un niño de cuarto de primaria llega a su colegio etiquetándose y abanderándose como hippie, homosexual, entre otros adjetivos menos adecuados para niños de la edad. Es claro que, al no contar con los conocimientos al respecto ni la madurez para adaptarse a una diversidad tan explícita, se disparan los mecanismos de defensa de los compañeros, principalmente el rechazo.

No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad. (Fernando Savater)

Es importante puntualizar que, si bien, la autenticidad es admirable, también lo es la discreción en muchas materias, sobre todo si hablamos de conceptos tan abstractos para un niño como lo es su sexualidad; y más aún si vivimos en una cultura sumamente discriminatoria con la gente cuya orientación sexual es “diferente”.

Se menciona, por otro lado, la Declaración de Ginebra de 1924. No podemos estar más de acuerdo en que el niño debe ser protegido y no hostigado, en este caso hostigamiento y formación no son sinónimos, aunque ninguno de los dos conceptos incluya “apapachos”. Los interminables conflictos familiares son considerados una manera de hostigamiento. Más aún cuando existe una inestabilidad tan evidente en la que el padre abandona el hogar, para regresar unos meses después. Periodo durante el cual la angustia del menor es puesta en evidencia al mencionar “es que yo ya no tengo papá” y detallándonos tan extensamente las peleas entre los padres, que nos enteramos hasta que el señor se había llevado la televisión. Si esa orientación no viene de casa, entonces ¿de dónde?

Dicha Declaración menciona también que el niño deberá crecer en un ambiente de afecto y seguridad moral y material; no entre conflictos de adultos quienes le comunican incluso que no cuentan con recursos suficientes para su manutención, o al menos eso refirió él en muchas ocasiones. En Canadian School no se ignora este documento, incluso se cuenta con una copia en la que está basado el reglamento interno docente. No confundamos libertad y protección con libertinaje y sobreinformación, la cual es evidente en la revista Contracorriente, en la que publicaba sus trabajos el menor teniendo acceso a escritos sumamente explícitos sexualmente de parte de su madre.

Todos los educadores son absolutamente dogmáticos y autoritarios. No puede existir la educación libre, porque si dejáis a un niño libre no le educaréis. (Gilbert Keith Chesterton)

No podemos hablar de una recompensa por el simple hecho de ser quien se es. La educación activa y constructivista se basa en la investigación, en crear la duda en el alumno para impulsarlo a informarse por sus propios medios, y que eso, posteriormente sea aterrizado por un profesional. Sin embargo, cuando durante un ciclo escolar no se cumplió con NINGUNA de las investigaciones, no podemos culpar de lleno a la institución, puesto que como versa aquel dicho tan popular “desde que se inventaron los pretextos se acabaron los…”

Unos padres preocupados por el desarrollo psico-social de su hijo (sin mencionar el biológico), se preocupan por revisar sus tareas, exámenes, investigaciones o cualquier trabajo de esa índole, pero cuando el alumno llega a clases una y otra vez con las manos vacías arguyendo que “tuvo muchas cosas que hacer por la tarde” al docente no le queda más conclusión que la de la falta de atención que el menor vive en casa.

Por favor ya no hablemos del célebre Efecto Mozart cuando párrafos arriba su elocuencia únicamente le permitió citar a Pink Floyd. Y menos aún cuando el menor en cuestión es fanático empedernido de uno de los presuntos pederastas más conocidos a nivel mundial. No creo que sea necesario mencionar su nombre, ¿o sí? Tomando en cuenta también las burlas de parte de su hijo hacia un ex compañero sumamente afecto a Beethoven y a Mozart, argumentando que “Tokio Hotel sí son chidos”.

Jamás se les ha enseñado a cantar “Colgando en tus manos” aún cuando su compositor y sus intérpretes son, al igual que Pink Floyd, excelentes músicos. ¿En dónde está entonces la tolerancia que pide a gritos? Si se basa en gustos musicales para elegir escuela, probablemente le sea muy complicado empatizar con alguna.

Podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres. (Johann Wolfgang Goethe)

Usted cita los 10 mandamientos de las relaciones humanas de Fritzen, y pareciera que sólo leyó el primero antes de redactar tan agresivo documento. Si no me falla la memoria, es el séptimo el que dicta lo siguiente: Sea generoso para elogiar y cauteloso para criticar. Los líderes elogian. Saben alentar, dar confianza y elevar a los demás.

Por último, si de discreción y promoción de talentos se trata, su hijo tuvo preferencia para ambas cosas durante su estancia en el colegio, ya que si usted considera que la SEP debería “tomar cartas en el asunto”, nosotros nos preguntamos ¿qué pensaría el DIF? de todo lo que su hijo vino a comentar a nuestra “tan inútil y banal” institución y que ya ni siquiera es materia de esta carta.

En lo que a mí respecta, me disculpo a nombre de mi institución por los errores que pudimos cometer, humanos después de todo.

Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado. (Epicteto de Frigia)

Atentamente

Erika Saiffe

Psicóloga

Directivos y personal docente de Canadian School